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Con motivo del Día Internacional de la Mujer, hablamos con Carolina Montaña, abogada con formación profesional en Compliance, Derecho Penal, Sostenibilidad e Investigación judicial, gerente del área de Cumplimiento del grupo Sener desde nuestras oficina de Madrid (España).
¿Qué aspectos consideras clave para acelerar la igualdad entre hombres y mujeres?
Creo que todos estos temas, que implican profundas reflexiones como sociedad, trasladadas a tu entorno social y tu día a día, requieren mucha educación, escucha y respeto por el punto de vista del otro. Aún tenemos mucho por lo que trabajar para avanzar en la consecución de la igualdad, pero no se puede partir de desvirtuar la opinión del otro, de desconocer una situación de la cual se ha sido testigo ausente, ni imponer criterios de una parte a otra; necesitamos demostrar empatía y respeto para aportar a la construcción de nuevas bases como sociedad.
Es bueno escuchar distintos criterios sobre cómo abordar la consecución de la igualdad, tanto de hombres como de mujeres, sin pretender imponer uno sobre otros. Te puedes sorprender de la cantidad de veces en que algo que se dice, y que atenta contra la equidad, realmente no provienen de una intención contraria a la igualdad, ya sea por desconocimiento o falta de entendimiento.
Esto no es un tema de que “las mujeres somos iguales a los hombres”, sino de que todos merecemos respeto en todo el sentido de la palabra.
¿Cuál crees que es el mayor reto para las mujeres en estos tiempos? ¿cómo debería acompañar la sociedad?
Tenemos diferentes retos, desde individuales o colectivos, hasta internos o como parte de un sistema. Creo que todos debemos entender la importancia del respeto pleno hacia los demás en un entorno de equidad, sin importar su género. Es decir, el respeto integral al otro como ser humano, reconociendo su dignidad y valor. Y el reto es precisamente ese, reconocer que esto no es un tema de que “las mujeres somos iguales a los hombres”, sino de que todos merecemos respeto en todo el sentido de la palabra.
Es por esto por lo que la sociedad, con todos sus miembros, es responsable de valorar qué acciones no permiten que la equidad en sí misma sea posible. Creo que, al ser este proceso no intuitivo, sino que está en un proceso de desarrollo colectivo, todos, desde el rol que desempeñemos en la sociedad: mujer, hombre, empresa, institución, gobierno, etc., debemos hacer un ejercicio de cuestionarnos y analizar qué cosas que hacemos o decimos no están contribuyendo a esa igualdad o equidad.
¿Cómo son los retos y oportunidades con los que se encuentran las mujeres cuando llegan al ámbito profesional?
Creo que existen dos tipos de desafíos. Por un lado, está la conciliación entre la vida personal y familiar con la laboral. En este aspecto, conocemos muchos ejemplos en los que el crecimiento laboral de una mujer se ve interrumpido cuando se convierte en madre o decide hacerse cargo del cuidado de otra persona (padres, hijos, etc.). Esto se debe a que, estadísticamente, las mujeres tienden a dedicarse más a estas responsabilidades en comparación con los hombres.
Por otro lado, encontramos el desafío del crecimiento y desarrollo en el ámbito laboral o profesional. Aún hoy, muchos hombres, de manera consciente o inconsciente, desacreditan o restan validez a las opiniones y trabajos de las mujeres. Incluso delegan tareas que implican un desgaste, pero que no se reflejan en ninguna evaluación, como las típicas actas de reuniones, el archivo de documentación o las llamadas. Esto se evidencia en conceptos como los techos de cristal o la brecha salarial, que son una realidad en muchos escenarios, así no sea de manera formal, pero si como problemática de fondo.
Y como oportunidad veo la de levantar la voz en contextos donde no se ha alzado o no teníamos la oportunidad de hacerlo, ya que este tipo de discusiones o temas han permitido sentar estos debates en la mesa de la cafetería, de la ejecución de proyecto, o incluso, en la evaluación de puestos de trabajo. ¿Es difícil? Cien por ciento. Pero que ahora es más factible es un hecho.
Los jóvenes deben preparase para los retos que nos está imponiendo la sociedad como seres sociales y es a construir verdaderas relaciones interpersonales.
En cuanto a tu historia, ¿qué te atrajo de tu profesión?, ¿en una visión a futuro, ¿en qué áreas te gustaría seguir avanzando, qué retos te planteas?
La verdad es que nunca consideré dedicarme al área de Compliance. De hecho, hace unos años, ese concepto ni siquiera existía tal y como lo conocemos hoy. Mi historia comenzó en el ámbito de la investigación criminal y la defensa de causas penales para compañías como abogada. Allí vi una gran oportunidad de crecimiento personal y laboral, no solo en la investigación o acusación de infracciones, sino también en la prevención a través de la sistematización y la educación en el ámbito corporativo.
Creo que esta profesión me permitirá seguir creciendo al ritmo y la dinámica de la sociedad como un todo. Por ejemplo, temas como el respeto a los derechos humanos, la integridad y la sostenibilidad son ahora necesidades en las que Compliance tiene mucho por aportar. Mis desafíos estarán alineados con los desafíos que la sociedad demande a las empresas.
Por último, ¿qué consejo le darías a una adolescente o a una joven que esté iniciando su vida profesional? ¿Una mujer que te haya inspirado?
Creo que el mismo que le daría a un adolescente o un joven, y es prepararse. Prepararse no en el sentido académico, que eso ya tiene que darse por sentado; sino preparase para los retos que nos está imponiendo la sociedad como seres sociales y es a construir verdaderas relaciones interpersonales (¡que te sigan en redes sociales no quiere decir que sean conocidos!), escuchar y respetar la opinión del otro, no tomarse todo a nivel personal, pensar en el otro y en el colectivo desde tu aporte profesional. Tengo la esperanza que las generaciones que están creciendo tengan mucha más concienciación sobre la importancia de la igualdad, equidad y la no discriminación; y creo que eso parte de que la crianza se dé de forma igualitaria entre hombres y mujeres. Si partimos de una crianza diferenciada, después no podemos pretender que, cuando sean adultos, consideren al otro y se traten como iguales.
Y en el ámbito personal, no tengo una mujer que me haya inspirado, ¡tengo muchas! Comenzando por mi mamá, que es la guerrera más grande del universo, una berraca como decimos en Colombia (persona que se destaca por su fuerza y valentía), que era una feminista para su época sin saber que existía ese concepto; pasando por mi hermana mayor que realiza, con nobleza y entereza, la labor más compleja del mundo, que es criar a tres seres para la sociedad; y mi hermana menor que, con la valentía más impresionante, decidió empezar en otro país desde cero. A eso se suman tías, primas, amigas, profesoras, y compañeras que luchan en muchos campos, siempre con una sonrisa y dando lo mejor.