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El mantenimiento industrial está viviendo uno de los cambios más profundos de su historia reciente. Durante años, la gestión del mantenimiento se basó en un equilibrio frágil: reaccionar rápido ante los fallos y minimizar las paradas. Hoy, sin embargo, la presión por asegurar la disponibilidad, cumplir con los objetivos de sostenibilidad y optimizar cada inversión está transformando la manera en que las plantas operan.
En esta evolución, la ingeniería y la digitalización se han convertido en los motores que impulsan un salto decisivo hacia un mantenimiento más eficiente, más inteligente y más productivo. Cuando esa tecnología se aplica en instalaciones con un papel ambiental clave, el impacto se multiplica: se gana fiabilidad, se reduce el desperdicio y se mejora la sostenibilidad del conjunto.
La operación industrial actual genera una cantidad ingente de datos. La cuestión ya no es si existen herramientas para aprovecharlos, sino cómo transformarlos en decisiones que mejoren la fiabilidad y el rendimiento de los activos. No todas las plantas parten del mismo punto: cada una tiene su ritmo, su nivel de madurez tecnológica, su cultura y sus propios desafíos. Por eso, la digitalización del mantenimiento no puede abordarse como una receta universal, sino como un proceso adaptado a las necesidades reales de cada organización.
Mientras algunas industrias siguen trabajando con modelos reactivos, otras ya están avanzando hacia un mantenimiento predictivo, capaz de detectar una desviación en el sistema antes de que se convierta en un fallo. Este cambio no es solo tecnológico: redefine la función del mantenimiento dentro de la empresa. De apagar fuegos, se pasa a anticiparse. De centrarse en lo urgente, a trabajar sobre lo importante. De la intuición, al conocimiento basado en datos.
Los responsables de mantenimiento afrontan hoy una presión creciente: garantizar la máxima disponibilidad, reducir costes y mejorar la eficiencia, todo al mismo tiempo. Y deben hacerlo en un entorno donde los equipos son más complejos, los estándares más exigentes y la fiabilidad más crítica que nunca.
Un ejemplo de cómo esta transformación se materializa lo encontramos en la planta de revalorización de residuos de Zabalgarbi, donde Sener ha desarrollado un proyecto con un propósito claro: garantizar la estabilidad y disponibilidad de los equipos más sensibles para la operación. En una instalación que convierte residuos urbanos en energía eléctrica, cada minuto de funcionamiento cuenta tanto para el suministro energético como para la sostenibilidad ambiental. Las paradas inesperadas dejan de ser una simple molestia: se convierten en un riesgo operativo, económico y medioambiental.
El enfoque adoptado fue tan simple en concepto como exigente en ejecución: entender a fondo las necesidades reales de la planta y aplicar tecnología solo donde aportara valor tangible. La monitorización avanzada de los equipos críticos permite ahora una visión mucho más precisa de su estado, detectar comportamientos anómalos de forma temprana y tomar decisiones basadas en información fiable y actualizada. El resultado es una operación más estable, un mantenimiento más eficiente y, sobre todo, una mayor confianza en la gestión diaria de la instalación.
Pero lo más relevante no son las herramientas, sino cómo se integran. La solución se diseñó para adaptarse al modo de trabajo del cliente, sin imponer cambios innecesarios ni generar fricción. La tecnología se convierte así en un aliado natural, no en una carga adicional. Esa capacidad de adaptación marca hoy la diferencia entre una digitalización útil y una digitalización frustrante.
El caso de Zabalgarbi no es una excepción, sino un reflejo de una tendencia imparable en la industria. Cada vez más plantas entienden que el mantenimiento no es un gasto inevitable, sino una inversión estratégica en competitividad. Disponibilidad significa producción. Producción significa negocio. Y negocio, en última instancia, significa futuro.
Por eso, la pregunta que muchos responsables de mantenimiento se hacen ya no es si deben dar este paso, sino cuándo y cómo. La experiencia demuestra que se puede empezar de forma progresiva, con mejoras concretas que generen impacto real desde el primer día. Lo importante es contar con un acompañamiento técnico capaz de escuchar, comprender y evolucionar junto al cliente.
El mantenimiento industrial entra así en una etapa más inteligente, más eficiente y centrada en lo que verdaderamente importa: garantizar que la planta funcione como debe. La transformación ya está en marcha. Lo único que queda por decidir es qué papel quiere jugar cada organización en este cambio de paradigma.
Los datos están ahí.
La cuestión es: ¿los estás aprovechando para ser más eficiente que ayer?
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Alfonso Acuñas
Alfonso Acuñas es actualmente responsable de Delivery en Sener, liderando las operaciones de proyectos digitales dentro de Sener. Inició su trayectoria profesional en el ámbito aeroespacial, trabajando en el diseño y desarrollo de mecanismos de apunte para sistemas complejos. Posteriormente, orientó su carrera hacia el mercado energético, participando en proyectos emblemáticos como SENERtrough, y más tarde en el diseño y verificación de la integridad estructural de componentes sometidos a altas temperaturas, como tanques de sales térmicas. Tras esta etapa, asumió el liderazgo de la sección de Diseño Mecánico en Sener, consolidando metodologías y estándares para proyectos singulares tanto de energía como de movilidad. Finalmente, lideró el area de Entornos Digitales Avanzados, donde impulsó la integración de tecnologías cloud, gemelos digitales, IA e IoT para transformar procesos industriales y de movilidad.







